Hace cuatro años descubrí los paisajes más impresionantes que jamás hubiera visto antes. La vida puede darte un vuelco asombroso sabiendo interpretar lo que perciben todos los sentidos. La suerte de tener una cámara de fotos en mis manos, hizo acrecentarme la necesidad de aprender a mostrar lo que estaba viendo, de una forma en la que el espectador sintiera y viera exactamente lo mismo que yo.
Nunca antes había realizado fotografías de paisaje de manera tan íntima y personal, hasta el punto de que a día de hoy, se ha convertido en la única fotografía que deseo hacer, la fotografía que siento como mía.
Las montañas, los bosques, los valles y el clima de esta tierra moldearon mi personalidad por completo y lo siguen haciendo, como si también me erosionara, dejando a flor de piel mi yo más sincero, a través de una verdadera metamorfosis de emociones.
Esta situación hizo que me diera cuenta del mundo en el que vivimos. No paramos de consumir contenidos, imágenes o vídeos sin ningún tipo de sentido, sin una historia que no vaya más allá de alardear de lo material dejando de lado lo más importante, las experiencias y los sentimientos. En definitiva, vivimos en una época en la que no tenemos paciencia para que las historias maduren y cobren ese sentido de “verdaderas”, vivimos en la era del “ya” con todas sus buenas y malas consecuencias.
Este libro es una historia que no ha cobrado sentido hasta que por sí sola ha necesitado materializarse. Cuatro años de paciencia, así como de escuchar, oler, tocar, observar y sentir han sido necesarios para tenerlo entre las manos.
La Tierra de mis Sueños ha sido el mayor regalo que ha podido darme la fotografía, y he de reconocer que transformarlo en un libro es mi forma de devolvérselo.